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Perdidos y Encontrados

Un perro callejero no sabe que vive en la calle, ya sea porque allí nació o porque fue abandonado a su suerte. Él solamente sabe que vive, que necesita comer, tomar agua… respirar. Y si un humano se le acerca, tendrá miedo al principio porque la mayoría le ha hecho daño en el transcurso de su vida; pero después de unos momentos, si siente que no hay porqué sentirse amenazado, se acercará moviendo la nariz mientras olfatea a su posible nuevo mejor amigo y moverá la cola a falta de una voz que le permita decir: “¡Hola! Me llamo Toto, ¿jugamos?”

El pasado martes 21 de Agosto, más de trescientos perros como Toto murieron por envenenamiento en la cabecera departamental de Totonicapán por orden de la municipalidad local, en un país en donde se adoran sepulcros y se apedrean a los vivos.
En un video que dura tan solo veintiséis segundos, hemos podido ver la agonía de un perro tendido sobre el asfalto de una de las calles principales de Totonicapán. En los alrededores mucha gente pasa por el lugar con esa indiferencia que caracteriza a la mayoría de seres humanos, mientras un animal indefenso yace en el suelo ya sin fuerzas para poder levantarse, con el cuerpo rígido, un líquido saliendo de su boca y con la respiración agitada esperando el momento de morir.

Ya está comprobado que los perros son capaces de percibir los estados de ánimo de los seres humanos (que de humanos nos estamos quedando cortos o tal vez nuestra especie no sea tan evolucionada como creemos y sólo sufrimos de un garrafal delirio de grandeza), como también está comprobado que son capaces de percibir o incluso prever el peligro. Siendo así, que no nos parezca extraño que ese perro que murió en el asfalto, como muchos otros, de alguna manera se preguntaba a sí mismo: “¿Por qué nadie hace nada? Tengo miedo, me duele todo por dentro, ya no puedo ni ladrar, ¿por qué la gente se lamenta llamándome ‘pobrecito’ pero sigue de largo sin darme una pizca de auxilio? ¿Por qué?”

Y esa historia se repitió más de trescientas veces en un solo día en las calles de Totonicapán. Algunas perras se encontraban en estado de gestación, otras y otros ya habían sido castrados por diferentes organizaciones en el sector. Nosotros como Asociación de Amigos de los Animales también nos preguntamos ¿por qué?
¿Por qué no buscar otras soluciones? Entendemos que la sobrepoblación de perros callejeros es grande, pero eso no le da el derecho a nadie de quitarle la vida a cientos de animales administrándoles algún tipo de veneno para luego recogerlos aún con vida, meterlos en costales e irlos a tirar a basureros municipales o a orillas de la carretera. La solución está en castrarlos para que ya no se reproduzcan más y así lograr que haya más perros que sean felices teniendo un hogar, y menos que vaguen por las calles mendigando por comida y agua fresca.  Y parte de la solución también es EDUCAR a la gente para que no adquiera animales como cualquier objeto, sino que los adquiera responsablemente y para toda su vida DENTRO de su vivienda y no en la calle como usualmente ocurre en tantos lugares.

AMA Asociación de Amigos de los Animales decimos ¡Basta al envenenamiento masivo de perros callejeros en Totonicapán y en cualquier otro lugar!

Necesitamos que se agilice el proceso para que dictaminen positivamente para la Iniciativa de ley que ya fue presentada al Congreso de la República, para que dejen de ocurrir esas atrocidades. De esa forma tendremos de una vez por todas, una ley en Guatemala que castigue como un delito el maltrato a los animales. La semana pasada fueron trescientos animales, la próxima semana podrían ser otros trescientos o más. Esta vez fue en Totonicapán, después podría ser en otro departamento. ¡Basta! ¡Ya no más! ¡Empecemos realmente a ser seres humanos en lugar de pretender que lo somos!

Toto, aquel perro callejero que no sabe que vive en la calle, está en todas partes. Él solamente quiere vivir, necesita comer, tomar agua… respirar. Él sólo espera encontrar un posible nuevo mejor amigo, no un verdugo. Posiblemente ha hecho alguna travesura en las calles por donde camina, quizá le ladró a algún desconocido que le lanzó un grito de enojo. Pero en ese caso, ¿quién es irracional? ¿El que se defiende al sentirse amenazado, o el que amenaza para sentirse defendido?

Basta, por favor ya basta de tanto asesinato. Dejemos que la muerte, inevitable para todos, llegue conforme lo decida el curso natural del tiempo y de la vida. Regalemos vida y no destrucción.

Atentamente,
AMA Asociación de Amigos de los Animales.

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